A quien interese…
¿Alguna vez has sabido qué es vivir con un corazón roto?
Y no necesariamente hago énfasis al mero acto del rechazo o la traición a la que te enfrentas, amorosamente hablando. Hablo de ese vacío que te deja su partida, del cúmulo de recuerdos y la constante ausencia que se hacen presente en tu mente sin cesar, los cuales se instalan en tu mente muy cerquita de tu inconsciente para recordarte diariamente el peso de las despedidas, llevar un corazón roto es como cargar una maleta exageradamente pesada, repleta de cosas que crees necesitar, pero te terminas dando cuenta de que las llevaba contigo por mero capricho.
El corazón se quiebra a cada paso que das sin esa persona, aquellos recuerdos que pretendías almacenar como lo más bello de tu existencia empiezan a transformarse en espinas que envuelven tu alma hasta rasgar tus esperanzas de que algún día volverás a estar bien, te sumerges lentamente en un océano de palabras inconclusas que se te anudan en la garganta, y las pocas ganas de estar bien se convierten en vagos esfuerzos por querer que una mañana, cuando despiertes, descubras que todo fue una pesadilla y nada ha cambiado.
Constantemente te preguntas de qué manera pudo afectar a la otra persona, idealizas en tu cabeza los posibles escenarios que den respuesta a tu pregunta, con el único fin de evadir la realidad a la que te enfrentas todos los días; llorar su ausencia y cuestionarte a cada minuto que pasa en qué fallaste, qué pasaste por alto o si tal vez no fuiste lo suficiente para todo lo que realmente merecía tener en su vida, y te rompes al notar que no tienes respuesta para ninguna de las preguntas que tu propia mente te plantea.
Y es que, el hecho de que un amigo sea quien te rompe el corazón, es igual de doloroso a como si lo hiciera un gran amor, ver como estrujan aquello que un día prometieron cuidar arrasa contigo, te cuesta asimilar que todo se acabó, que en donde había un lugar de armonía y esperanza se convirtió en un campo de batalla en donde no queda nada que rescatar, cuesta hacerse a la idea de que aquello que tanto quisiste se convierta en un completo desconocido al que debes pasar por alto siempre que lo veas, porque los amigos también te pueden romper el corazón.
Pero de pronto, llega un día en donde decides quitarle la venda de los ojos, tomas la iniciativa de quitar ese peso muerto que llevas contigo por tanto tiempo y que no supo aportarte nada, y conviertes todo aquello que te criticaron en el motivo principal para hacer una catarsis que te renueve; y lo hace. Descubres que estuviste caminando en círculos aún teniendo mil caminos nuevos, comprendes que las personas estamos destinadas a dejar una enseñanza en otros, abres los ojos ante la realidad de que tu sentir no es menos al de nadie, y justo ahí es cuando entiendes que hay heridas que nunca se cierran, solo debes aprender a vivir con ese dolor.
Y es entonces, cuando de repente, miras atrás y descubres todo lo que atravesaste, te enorgulleces de algunos consejos dados, recapitulas lo que has enseñado y lo que te han aportado a ti, lamentas acciones tomadas a la ligera y palabras dichas en un mal momento, pero comprendes que, todo corazón roto trae consigo un buen despertar, una renovación espiritual que te permite ver la vida de otra perspectiva, y agradeces, tanto a la vida como a quien te rompió, porque sin ese dolor, tú seguramente no serías quién eres en la actualidad y no tendrías todas las enseñanzas que has recolectado durante todo tu caminar.
Por ello, y mucho más, gracias infinitas a ti, A.